El juguete rabioso
El juguete rabioso es la primera
novela del escritor Roberto Arlt –marcadamente autobiográfica- publicada en el año 1926 por la Editorial Latina. Sus manuscritos datan de la década de 1920 y fueron bosquejados por Arlt en las Sierras de Córdoba, en una época en la cual su mujer, Carmen, atacada por una complicada tuberculosis, debe instalarse en esas geografías para intentar una difícil mejoría. Arlt, en tanto acompaña a su esposa e invierte una considerable suma de dinero en negocios que no fructifican, hace nacer a El Juguete Rabioso.
Ya de regreso en
Buenos Aires, Arlt trata de publicar esta novela en la colección "Los Nuevos", de la editorial Claridad, pero a Elías Castelnuovo, asesor de la colección, no le gusta el libro. Es entonces cuando los azares del destino lo acercan a Ricardo Güiraldes, quien, luego de escuchar las lecturas del libro, alienta a Arlt a continuar buscando editorial, en tanto le da trabajo de secretario.
Argumento
El libro está narrado en primera persona y tiene una insólita limpieza de construcción. El aprendizaje vital del protagonista, Silvio Astier, se desenvuelve en cua¬tro episodios independientes entre sí, que se suceden como cuentas hábilmente engarzadas. En el primero, "Los ladrones", Silvio, influido por la lectura de folletines y, quizás no menos, por su deplorable condición social, funda con otros dos adolescentes el "Club de los Caballeros de la Media Noche", que se dedica a pequeños robos en el barrio. Luego de un fracaso, el Club paraliza sus actividades. En el segundo, 'Los trabajos y los días", Silvio, luego de mudarse de barrio, consigue trabajo como dependiente de librería y pasa a vivir a la casa de don Gaetano, su patrón. Allí asiste a escenas de terrible mezquindad y sufre diversas humillaciones. Al fin intenta quemar la librería en que trabaja, pero fracasa y entonces deja el puesto. En el tercero, "El juguete rabioso", Silvio intenta ingresar en la Escuela de Aviación como aprendiz de mecánico. Primero lo aceptan, incluso sorprendidos de su brillantez, pero luego, repentinamente, lo dan de baja, porque no necesitan "personas inteligentes, sino brutos para el trabajo". En seguida Silvio vive una extraña aventura con un homosexual en una miserable pieza de hotel. A la salida, compra un revólver e intenta suicidarse, pero también fracasa. En el cuarto, "Judas Iscariote", el protagonista, algo mayor, ha pasado a ser corredor de papel, oficio que le parece tan vil y humillante como los anteriores que ejerció. Encuentra a uno de sus compañeros del "Club de los Caballeros de la Media Noche", convertido en agente de investigaciones y "regenerado" en la lucha por la vida. Silvio se hace amigo del Rengo, individuo marginal, que trabaja como cuidador de carros en la feria de Flores. Cierta intimidad, cierto calor humano, parecen florecer entre Silvio y el Rengo. Este cuenta al joven su proyecto de robo en la casa del ingeniero Vitri, patrón de su amante. Silvio acepta participar en la empresa. Luego, casi mecánicamente, se pregunta: "¿Y si lo delatara?" Y, en efecto, va a ver a Vitri, delata al Rengo, éste es arrestado, y Silvio tiene una conversación final con Vitri, en la que le comunica que desea marcharse al sur del país. Tradición "negra" que no tiene precedentes en nuestra literatura, siguiendo, tal vez no a sabiendas, los pasos del Marqués de Sade y del Conde de Lautréamont. La estructura de los tres primeros episodios resulta homóloga: un intento de Silvio por afirmarse como individuo (mediante/el acto antisocial, en los dos primeros casos; mediante el suicidio, en el último), fracasa lamentablemente. En el cuarto, este juego de oposiciones e interrelaciones se sutiliza y complica al máximo: Silvio parece encontrar una posibilidad de relación humana con El Rengo, y justamente entonces lo delata: esta es la única vez que no fracasa, cuando realiza un acto "socialmente" bueno pero individualmente malo. Amargamente, el libro se cierra y el lector sospecha que no hay salvación ni para Silvio ni para la sociedad en que vive.

No se explica la situación social, el aspecto ni los pensamientos de los personajes: toda la explicación está dada por la acción misma, por el relato de los hechos. En el primer episodio, la ficción se interna en la realidad (de la historia); los folletines de aventuras son, al mismo tiempo, materia y motivo de los acontecimientos; la vida de los personajes remeda la vida de los otros personajes, los de la ficción dentro de la ficción.


Johana Dextre , Gabriela Sanhueso Maximiliano Rpzen
viernes, 22 de mayo de 2009

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